lunes, 17 de enero de 2011

DISFORIA DE GÉNERO. Cuando el espejo no refleja nuestro ser.

El tema de la disforia de género, como muchos otros temas, es delicado, pero puede resultar menos complejo si aclaramos algunos conceptos. Para entenderlo hay que dejar de lado algunas ideas muy arraigadas en nuestro sistema de creencias, sistema de creencias que se formo desde nuestro nacimiento, a partir de información que nos trasmitieron nuestros abuelos, muchas veces bastante ignorantes; nuestros padres, que de sexualidad sabían poco; nuestros amigos, que sabian lo mismo o menos que nosotros; los medios de comunicación, que muchas veces tratan el tema con poca seriedad, etc, etc, etc.

La transexualidad no es un fenómeno actual, ni un descubrimiento de Gran Hermano. Lejos de eso, existe desde muy antiguo y en diferentes culturas. El término transexual empieza a utilizarse en 1940 para denominar a las personas que desean vivir de forma permanente como miembros del sexo opuesto y que sienten la necesidad de someterse a una cirugía de reasig¬nación de sexo, existiendo una incongruencia entre el sexo con el que nacieron y el sexo al que se sienten pertenecer.

Fue Harry Benjamin, endocrinólogo estadounidense, quien en 1973 propone el término de síndrome de disforia de género, que incluye al transexualismo.

La palabra disforia implica un malestar, una inquietud, un mal sentir.
Disforia de género es el término utilizado para desig¬nar a la insatisfacción resultante del conflicto entre la identidad de género y el sexo asignado, es decir, un desacuerdo profundo entre el sexo biológico y el sexo psicológico o, dicho de otra forma, entre el sexo con el que se nace y aquel otro que la persona siente como propio.

En mi experiencia, trabajar con pacientes con disforia de género fue lo que me permitió entender que era esto del género, esto de ser hombres o mujeres, que muchas veces puede ser independiente de los órganos genitales con los que nacemos.
Alejandra Portatadino, quien colaboró en la construcción de este artículo relata: “Yo no me sentía gay, no me sentía travesti, me sentía mujer, pero mi cuerpo no correspondía y eso me provocaba una gran confusión porque tenía que vivir como hombre, pero sintiéndome mujer. Y yo trataba de ser un varón, ponía muchas fuerzas en ser un varón como me decían mis padres, y siempre me preguntaba ¿cómo iba a poder ser mujer con este cuerpo?, hasta que no pude más y comencé a vivir como mujer”. http://ai.eecs.umich.edu/people/conway/TSsuccesses/Alejandra/Alejandra.html

Según Lipovesky la transexualidad rompe el mundo de la disyunción de los sexos y termina con el mundo fijista de la división inmemoria entre lo masculino y lo femenino.

Historicamente se ha confundido la transexualidad con la homosexualidad y el travestismo. Todavía hoy hay mucha gente que piensa que un transexual es un gay o una travesti. Esto, sin embargo, no es así. Un “hombre” que se siente mujer, que es transexual y se siente atraído sexualmente por hombres es en realidad una mujer heterosexual. Ya el hecho de decir “un hombre que se siente mujer” es una contradicción en si mismo. Un hombre que se siente mujer, es una mujer. Pero también hay transexuales que, una vez cambiado su sexo, se sienten atraídas/os por personas de su mismo sexo. La transexualidad es una cosa y la orientación sexual otra.El homosexual se siente atraído por individuos de su mismo sexo, pero no desea modificar su cuerpo. El o la travesti se viste con ropa del otro sexo pero no siente el rechazo que siente el transexual por su anatomía sexual, alguno/as pueden estar conformes y hasta hacer alarde de sus genitales. El o la travesti no tiene la sensación de haber nacido en el cuerpo equivocado.

La transexualidad se da en ambos sexos, pero de acuerdo a La Asociación Internacional Harry Benjamín de Disforia de Género, la prevalencia de transexualidad entre adultos es de 1 en 100.000 varones y 1 en 100.000 mujeres.

Las personas que pertenecen al grupo de adecuación para lograr su equilibrio entre su ser y sentir y su cuerpo como mujeres tienen mayor visibilidad, pues esas intervenciones fueron las primeras y son más sencillas que para varones, pero las proporciones son iguales entre hombres y mujeres.

Después del diagnóstico de transexualidad, el enfoque del psicoterapeuta por lo general incluye tres elementos o etapas ( terapia tripartita): una experiencia de vida real en el papel deseado, hormonas del género deseado, y cirugía para cambiar los genitales y otras características sexuales. El trabajo profesional a pacientes con trastornos de identidad de género contempla los siguientes pasos: evaluación diagnóstica, psicoterapia, experiencia de la vida real, terapia hormonal y terapia quirúrgica.

Pasando en limpio algunos conceptos, nos encontramos con un bebe al que se le asigna un sexo de acuerdo a sus caracteres sexuales secundarios ( pene = macho = hombre, vagina = hembra = mujer), ese bebe luego construye una identidad de género ( hombre – mujer) que en general coincide con el sexo asignado (macho – hembra) , pero en otros casos no es así, y ahí tenemos el caso de una persona transexual. Mediante el tratamiento y la operación de reasignación sexual se hace coincidir su identidad de género (hombre o mujer) con su anatomía sexual.

Alejandra Portatadino afirma: “Muchos tratados y protocolos en varios países que están muy avanzados en la materia de la diversidad sexual y las libertades individuales, sostienen que no es ni resulta conveniente realizar las cirugías de adecuación sexual, sin haber realizado previamente un psicodiagnóstico psicológico y psiquiátrico, ya que pese a que muchos piensan equivocadamente, que la disforia de género o mal sentir, es una patología psiquiátrica, esto no es verdad. La Disforia de Género es una manifestación muy profunda de angustia de la persona con su cuerpo y para poder determinar que esa manifestación sea genuina y que la persona se encuentra en pleno uso de sus facultades y sanidad mental tienen que descartarse motivos psiquiátricos o psicológicos, que puedan influenciar sobre las decisiones ya que la intervención quirúrgica una vez realizada es irreversible, y así como puede ser un beneficio a la salud y mejorar la calidad de vida de la persona, puede provocar un daño irreparable si no se diagnostica correctamente Acá hay que hacer énfasis y recalcar sobre todo la importancia del psicodiagnostico previo, porque en aquellos países que se opera libremente sin un protocolo previo médico-psicológico-psiquiátrico, han provocado consecuencias nefastas y producido un daño irreparable en vez de un beneficio en la calidad de vida y salud de las personas” .

Como dije al comienzo del artículo, comprender la Transexualidad requiere poder pensar en forma independiente al sexo biológico y a la identidad sexual, sexo psicológico o identidad de género. Yo pude comprender este fenómeno cuando tuve sentado frente a mi , a un hombre, y pude olvidar por completo que debajo de su remera, tenía una musculosa, que tapaba la faja que presionaba sus senos, y que debajo de su jean en lugar de haber un pene había una vagina, y que en su DNI figuraba un nombre de mujer con el que no se identificaba, pero que en ningún momento se asomaba una duda de que era realmente un hombre en toda la dimensión de la palabra. Afortunadamente pude acompañar a muchos hombres y mujeres en este proceso de transformacion externa que les permitió adecuar su anatomía a su sentir.

Es muy limitante, frustrante y doloroso vivir las experiencias que estas personas tienen que atravesar en el día a día. Ojala este articulo sea un aporte para que seamos más respetuosos frente a esta situación que podría ser mucho menos dolorosa si fuésemos un poco menos prejuiciosos y nos preocupáramos mas para ayudar a los otros a ser felices y realizarse como personas. En definitiva, que importa si sos hombre o mujer, si tenes pene o vagina, de lo que se trata es de vivir lo mejor posible.

Lic. Patricio Gómez Di Leva
Psicólogo – Sexólogo
www.respuestasexual.com